Todo comenzó cuando tenía cuatro años.
Mi padre trajo para la cena tres maruchan para cada quien: mi hermano, yo y él.
Recuerdo que las sirvió en platos hondos, pero solo en pequeñas cantidades, pues todavía eramos muy pequeños para comernos una entera, decía el.
Me comí todo lo que me había servido mi papá y le pedi que me sirviera más, a lo que el accedió.
Y al final terminé comiéndome una entera yo sola. Estaba muy deliciosa.
Desde ese entonces no comí otra maruchan hasta que estuve en primer grado de primaria, pero a escondidas, pues a mis padres ya no les gustaba que ingiriera esa sopa.
Como la vendían en la cafetería de mi escuela en aquel entonces, de vez en cuando le pedía dinero a mi mamá para comprar "dulces", pero en realidad iba y compraba una de esas deliciosas sopas.
Luego me cambié de escuela y ya no pude comer más Maruchans, si no hasta preparatoria, en la actualidad. Pues mi papá ya accedió a dejarme comer Maruchans, pero mi mamá sigue diciéndome que ese alimento perjudica a mi salud.
Y bueno, esa fue la historia de como la Maruchan llegó a mi vida, y como continué tratando de consumirla.
Hoy en día, estoy siguiendo una dieta, por lo que no podré comerlas hasta dentro de un largo tiempo.
Pero algún día las volveré a probar. Menos la de res, esa me hace daño :/
Gracias por leerme, ¡Hasta la próxima!
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